Siglo
XX/Enfermos
¿Cómo se cuida a los enfermos? Historia
enfermos y enfermería
La medicina actualmente está muy desarrollada
y casi ninguna enfermedad se puede resistir a ella, el avance tecnológico ha
supuesto también un avance de la medicina, permitiendo tratar a los pacientes
de una forma sencilla y cuidadosa, pero, ¿cómo se trataba en el siglo XX a los
pacientes o enfermos?
La Historia de
la Enfermería trata del ser humano, de su cuerpo y de su mente, de cómo
evolucionan los cuidados... "Desde la perspectiva fenomenológica se asume
el cuerpo propio como el punto cero del mundo, como el centro del entorno,
además, de los hechos históricos: las vivencias relacionadas con los cuidados
de salud se han de tener en cuenta, así como las objetividades esenciales que
existen independientemente de que sean experimentadas o no: la enfermedad, la
muerte, el dolor.
Es así como el
cuidado de los enfermos y desvalidos surge como La parábola de buen samaritano
o una de las obras de misericordia, las cuales abarcaban las necesidades
básicas humanas: "dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento,
vestir al desnudo, visitar a los presos, albergar a los que carecen de hogar,
cuidar a los enfermos y enterrar a los muertos". La regla de oro de la
práctica de la nueva fe "no era ser cuidado, sino cuidar", por lo que
el cuidado de los enfermos y afligidos se elevó a un plano superior,
convirtiéndose en una vocación sagrada, en un deber declarado de todos los
hombres y mujeres cristianos.
Se cree que
factores como una mejor posición social de la mujer romana, la igualdad de
hombres y mujeres ante Dios —y por tanto en la tarea de Dios— y la llamada de
Dios a realizar su labor con todos los afligidos, favorecieron la incorporación
de la mujer a la Enfermería.
Las diaconisas
trabajaban sobre una base de igualdad con el diácono, tenían múltiples
funciones, entre ellas colaborar en el sacramento del bautismo, cuidar y
visitar a los enfermos, llevarles comida, dinero, vestido, atención física y
espiritual, entre otras.
Una de las
matronas romanas más conocida es Marcela; con su inmensa fortuna fundó, en su
propio palacio de Aventino, el primer hospital gratuito de Roma, el cual fue
descrito por San Jerónimo como nosocomium o lugar donde se cuidaba enfermos,
diferenciando entre enfermos y pobres; a Marcela se le ha considerado como
matrona de la Enfermería primitiva.
Contrariamente
a los centros de caridad del siglo anterior, los nuevos hospitales no fueron
producto de la donación de filántropos, sino de médicos que, mediante recaudación
de fondos, a veces con la ayuda de enfermos agradecidos, fundaron los
hospitales.
En el siglo XX
se inició una enfermería enseñada por principios. En este aspecto tiene gran
significado histórico el libro El arte de la enfermería, escrito por los Hermanos
de la Orden de San Juan de Dios en el año 1833, y cuyo fin fue instruir a los
enfermeros de esta Orden sobre el cuidado a los enfermos. Los contenidos de
esta obra, entre otros, escriben la forma de administrar la alimentación a los
enfermos, aplicación de los fármacos prescritos, realización del aseo y
consuelo del espíritu.
Las enseñanzas
tanto teóricas como clínicas, eran impartidas por médicos, utilizando un manual
sobre el arte de la enfermería, muy en uso en el Hospital de la Caridad de
Berlín. Todas las diaconisas eran asignadas por turnos a situaciones fijas. Las
diaconisas destinadas a ser maestras debían permanecer un tiempo al servicio de
los niños enfermos. Las que querían dedicarse a la enfermería asistían en las salas
de hombres, mujeres y niños; unidades para enfermos contagiosos; convalecientes
y diaconisas enfermas.
En Grecia el
hombre intentaba vencer la enfermedad cuando era circunstancial y no se
manifestaba mortal de necesidad, con la llegada del cristianismo se incluye un
principio de humanidad y compasión en el trato a los enfermos.
En los últimos
años aparece un desencanto frente a la idea de progreso. En las nuevas
definiciones de salud, ésta es considerada como un estado de equilibrio. Puede
parecer que volvemos a aquella Physis griega, pero el hombre actual no se halla
en las mismas condiciones que antaño frente a la naturaleza y la enfermedad,
ahora es depositario de una tecnología que le confiere un gran poder. Aparecen
las primeras voces reclamando responsabilidad, moderación y prudencia; la
tecnología y el avance médico conseguido, no han erradicado la enfermedad, pero
se ha producido un desarrollo autónomo de la tecnología y la ciencia médica que
ha ocasionado que el propio hombre se vea incluido entre los objetos de su
propia técnica. Esta culminación del poder humano, puede muy bien llegar a
significar el sometimiento del hombre a su propia obra. Este avance tecnológico
supone una mejor preparación y un mejor tratamiento a los enfermos.
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